«Kafkiano mundo en el que nos vemos inmersos con las nuevas
tecnologías de la información, de mensajes encriptados, puertas que
abren y cierran, y kafkiana la pretensión de regular esto». Con tales
palabras cerraba Josep M. Tamarit, catedrático de la Universitat de
Lleida, el seminario sobre Internet y Derecho Penal, realizado la
semana pasada en Barcelona. Un seminario dominado por las paradojas
entre el viejo mundo de la ‘dura lex’ y la frontera electrónica.
¿Se puede condenar a alguien a que no toque un ordenador? ¿Si
registras ozu.fr, puede ozu.es denunciarte? ¿Es más grave atentar
contra las comunicaciones del estado o robar un camión del ejército?
¿Debería despenalizarse el pirateo de programas, si no hay percepción
social de estar cometiendo un delito? ¿Qué hacer con el datotráfico?.
Mil dudas que pusieron en el tapete lo que parecían dos equipos de
conferenciantes: el visitante, sector duro de la reglamentación en la
red, y el local, profesores de derecho como Francisco Baldó, quien
bromeaba: «Un hacker explota fallos de programas y los abogados
explotan fallos de la legislación».
Baldó y otros calificaron de «código malicioso» a los programas
defectuosos y se ofrecieron a quien quisiera poner una demanda en este
sentido. Hubo también críticas para «las empresas que no asumen su
cuota de corresponsabilidad cuando les pasa algo porque no tenían
política de seguridad». La legislación, «simbólica, hecha sin saber
como funciona la Internet real», recibió también lo suyo,
especialmente la reciente sobre firma electrónica que, según Ramon
García, «se apoya en un tacón de cristal». Junto a ellos, Amadeu
Abril, miembro de la ICANN, se quejaba de que «criminalizamos todo lo
que ocurre en la red y estamos empezando a exagerar. La mayoría de
problemas vienen del ‘parásito simpático’, un uso marginal y
permisible seguramente».
En el otro equipo, representantes del orden como el capitán de la
Guardia Civil Anselmo del Moral, quien se quejó de la dificultad de
identificación en la red, la transnacionalidad y lo que se ha
disparado el fraude electrónico: «Estamos con la maleta por toda
España, es impresionante». Del Moral pidió la regulación del uso de la
encriptación, la creación de una fiscalía de delitos informáticos y
que «no se pongan las pegas que se nos han puesto cuando el único
rastro es el número de teléfono».
Susan F. Wilson, fiscal de la Oficina de Delitos Informáticos y
Propiedad Intelectual estadounidense, se expresó de forma semejante:
al grito de «nadie está a salvo» y «amenazan nuestras vidas», llamó a
«vigilar a los hackers en el mundo real», interceptando carriers y
teléfonos. La apoyó el catedrático Ulrich Sieber, recién llegado de la
convención de Munich. Su lema: «Paremos la confrontación, hagamos una
nueva alianza entre la indústria de Internet y las fuerzas de la ley».
Otro: «Lo que es ilegal offline, lo es online». Y otro: «Si no podemos
controlar a todos los proveedores, controlemos sólo a los de
contenido».
Más información:
CNIL – Commission Nationale de l’Informatique et des Libertés
(CCIPS) – Computer Crime and Intellectual Property Section
Ciberp@ís
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