Las contraseñas continúan siendo, todavía hoy, el principal mecanismo
para el control de acceso. ¿Conocemos la fortaleza de las contraseñas
que utilizamos?
NoneLas contraseñas, de un tipo u otro, se han convertido en un elemento
cotidiano de nuestras vidas. Las utilizamos en la alarma de nuestro
domicilio, para sacar dinero del cajero automático, para acceder a la
red, en la conexión a Internet y en el acceso a nuestro correo
electrónico… y así en una infinidad de acciones de nuestra vida
cotidiana. Todavía en la actualidad la protección mediante contraseña
continua siendo la principal (y en muchas ocasiones, la única) medida
para el control de acceso a servicios.
Cuando utilizamos la expresión «fortaleza de la contraseña» estamos
expresando cual es la dificultad que ofrece ésta ante alguien (o algo)
que está intentando descubrirla. Una contraseña será más fuerte cuando
ofrezca mayores dificultades para que el atacante la identifique. Por el
contrario, será más débil cuando sea relativamente simple descubrirla.
Una buena forma de demostrar la necesidad de utilizar contraseñas
fuertes es mostrar la facilidad con que las contraseñas débiles pueden
ser identificadas. La mayoría de los usuarios no tienen ni idea de la
existencia de herramientas para descubrir contraseñas, ni de lo
realmente fáciles y eficientes que son (y en muchos casos, incluso
totalmente gratuitas). Es realmente un ejercicio muy aleccionador
obtener una copia de la SAM de un dominio de Windows, pasarla por una
herramienta de análisis y ver como, instantáneamente, obtenemos la
contraseña de una gran cantidad de usuarios.
Pongamos como ejemplo a LC4 (antiguamente conocido como L0pthcrack). En
primer lugar realiza estas verificaciones: ¿está la contraseña en
blanco? ¿Es igual al identificador del usuario? ¿Es una palabra que se
encuentra en el diccionario o una secuencia fácilmente identificable?
Estas tres simples pruebas se revelan como un buen mecanismo para
identificar, de forma instantánea, las contraseñas más débiles. A
continuación, intenta determinar las contraseñas aplicando la fuerza
bruta: probar todas las combinaciones posibles de caracteres.
Este último método puede requerir un determinado tiempo para identificar
las contraseñas. Desde minutos a días o semanas. Todas las contraseñas
son susceptibles de ser identificadas. Otra cosa es cuántos recursos y
tiempo son necesarios para que sea revelada.
Los resultados que genera LC4 pueden ser difícilmente interpretables. En
este aspecto, me permito recomendar la utilidad L0stat que genera unos
excelentes informes sobre la calidad de las contraseñas analizadas por
LC4.
Evidentemente el problema de la calidad de las contraseñas no es
exclusivo de Windows, sino que puede aplicarse a cualquier entorno en
donde se utilice este tipo de autenticación. En el mundo Unix (y
derivados) la principal herramienta para el análisis de las contraseñas
es «John the Ripper».
Mejorar la calidad de las contraseñas
La política de seguridad existente en cada organización debe fijar los
requerimientos para que una contraseña se considere aceptable dentro del
ámbito de la misma. No obstante, me permito sugerir una serie de valores
que son comúnmente aplicados:
* Todas las cuentas de usuario, sin excepción, deben de tener
asociada una
contraseña.
* El usuario, en su primera conexión a la red, debe ser forzado a
cambiar
de contraseña.
* La longitud de las contraseñas no debe ser inferior a los siete
caracteres.
* Las contraseñas deben estar formadas por una mezcla de caracteres
alfabéticos (donde se combinen las mayúsculas y las minúsculas) y
números.
* La contraseña no debe contener el identificador o el nombre del
usuario.
* Las contraseñas deben caducar, como máximo, cada noventa días. El
período mínimo de validez de una contraseña debe ser un día.
* Cuando se realice un cambio de contraseña, esta debe ser diferente
de
las utilizadas anteriormente por el mismo usuario.
* Periódicamente debe realizarse una auditoría para verificar que se
cumple con los requerimientos de la política de seguridad.
Un recordatorio final…
Nunca, repito, NUNCA debe utilizarse un programa de identificación de
contraseñas, incluso contra los sistemas en los que se dispone de
privilegio de administración, sin la autorización explícita y por
escrito de la empresa propietaria del ordenador. Más de un administrador
de sistemas, actuando con la más benevolente de sus intenciones, ha sido
despedido sencillamente por haber utilizado uno de estos programas sin
la correspondiente autorización.
Xavi@hispasec.com
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