Trusted Strategies, en colaboración con Phoenix Technologies han
publicado un estudio basado en los procesos judiciales relacionados
con los ataques informáticos documentados desde 1999 hasta 2006. La
novedad de este análisis radica en el hecho de que no se basa, como
es costumbre, en encuestas a grandes empresas (con respuestas que
pueden verse falseadas por la subjetividad del que contesta) sino
que se fundamenta en datos proporcionados por el sistema judicial
de los Estados Unidos de América.
En estudio se basa en los casos relacionados con la intrusión en redes
y robo de datos procesados y hechos públicos por el «Department of
Justice Computer Crime and Intellectual Property Section» ocurridos
desde marzo de 1999 a febrero de 2006. Este estudio aporta así una
visión basada en hechos denunciados y procesados, más cercana a la
realidad que los habituales estudios sobre el tema. En el estudio
se han tenido en cuenta los casos de difusión de malware, robo de
información, denegaciones de servicio o accesos no autorizados, y
se han clasificado según el tipo de ataque, los métodos utilizados,
la relación atacante-víctima, localización del atacante y equipo
usado para el ataque.
Las conclusiones más relevantes no se hacen esperar. Las mayores
pérdidas se producen por acceso no autorizado a través de cuentas
privilegiadas. Los atacantes se hacen con el usuario y la contraseña
de cuentas más o menos privilegiadas y lo utilizan para obtener
información sensible a la que habitualmente no tendrían permiso
para acceder. Según el informe, este tipo de acceso no autorizado
produce muchas más pérdidas que los daños producidos por virus y
gusanos. Si bien el malware produce unas pérdidas totales mayores,
este daño está más repartido entre un número mayor de empresas, así
que cada incidente cuesta menos a las compañías que un ataque de
acceso no autorizado. Casi todas las compañías sufren ataques
víricos (con lo que las pérdidas totales se disparan), mientras
son menos las que sufren accesos no autorizados pero el impacto
económico de las pérdidas es mayor en cada caso. En el informe
se habla de que, como media, una empresa ha perdido «sólo» 2.400
dólares por cada ataque de naturaleza vírica.
Pero parece que las empresas no han tomado conciencia todavía de la
gravedad del problema del robo de identidad. El 88% de los ataques
eran simples accesos de empleados con contraseñas robadas (o deducidas,
habría que añadir), y desde su propia casa. Sin embargo, y siempre
según el informe, el gasto en prevención vírica y cortafuegos sigue
aumentando mientras que la inversión en sistemas de control de acceso
e identificación (que podría haber detenido la mayor parte de los
ataques descritos en el informe y, hoy en día, paliar el efecto de
un gran número de troyanos destinados al robo de credenciales) supone
solo la mitad de lo dedicado al control vírico.
Luchar contra el malware es imprescindible, nadie pone en duda la
necesidad de inversiones adecuadas. La infección masiva de sistemas ha
supuesto tradicionalmente uno de los mayores «miedos» de administradores
y gerentes (acuciados quizás por un agresivo marketing) y de ahí la
importante inversión para poner fin a los virus. Pero (además de
existir otras técnicas adicionales, baratas y efectivas para detener
los virus y del nuevo rumbo «profesional» de la actividad vírica) la
seguridad debe ser atacada por todos los flancos (muy relacionados entre
sí), y olvidar la implementación de un plan de autenticación robusto y
una política de contraseñas adecuada, es condenar un sistema al robo de
información sensible. Es decisión de la gerencia clasificar y priorizar
la importancia de cada amenaza.
Otro dato curioso es la actividad de las compañías que han sufrido este
tipo de ataques. Con diferencia, (23, 22 y 20 % respectivamente),
organizaciones gubernamentales, empresas de venta al por menor y
compañías de alta tecnología han sido las víctimas más apetecibles. En
la cola, con el 4 y 2% respectivamente, empresas de salud y educación.
La inmensa mayoría de atacantes utilizaron su propio ordenador personal
para llevar a cabo sus fechorías desde casa. Tan sólo un 5% ha usado
sistemas propios de la compañía para acceder a los datos robados o
perpetrar otros ataques.
El 57% de los atacantes no tenían relación con la víctima, mientras
que el 22% eran antiguos empleados de la compañía y el 14% eran
empleados en el momento del ataque. Sólo el 7% mantenían una relación
de tipo cliente o proveedor.
En el informe también se habla de cifras millonarias de pérdidas e
inversión (los daños han sido valorados en una media de 1,5 millones de
dólares por incidente), pero los simples números se vuelven irrelevantes
cuando el mayor peligro es la fuga de información secreta de una
empresa. ¿Cuánto valen los datos confidenciales de una empresa? Es
imposible hablar de cantidades exactas en estos casos. Si se piensa en
cifras para prevenir estos ataques, es necesario invertir adecuadamente,
conociendo los verdaderos peligros y según una delicada evaluación de
riesgos y amenazas que sólo puede ser calculada a través de un estudio
personalizado. En cualquier caso, se recomienda la lectura del informe
completo.
ssantos@hispasec.com
Más información:
Network Attacks: Analysis of Department of Justice Prosecutions 1999 – 2006
http://www.net-security.org/article.php?id=941
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