Gracias al cuerpo desnudo de Scarlett Johansson frente al espejo, la prensa ha descubierto una nueva etiqueta muy «resultona» que explotar: hackerazzi. Hackers cuyas víctimas son famosos. Sin embargo, lo importante no ha sido descubrir los hábitos frente al espejo de Scarlett sino cómo las fotografías salieron de su móvil hacia Internet para gozo de muchos. A través del eslabón más débil.
Medidas fracasadas
Se han puesto todo tipo de cataplasmas sobre el correo para hacerlo seguro, pero no muchas han tenido éxito. Todavía hoy me resulta complicado encontrar usuarios que firmen o cifren sus correos o que entiendan por qué lo hago. Existen numerosos servicios que intentan autenticar al remitente, pero no son ampliamente usados. Google, pionero como siempre, comienza a introducir el móvil como segundo factor para autenticar y validar al usuario de Gmail. Este es el camino.
Y es que no importa que en las redes sociales, servicios en la nube o páginas de socios se usen contraseñas fuertes: al final, todo acaba en que se puede recuperar el acceso perdido a través de su correo asociado. Todos tienden a utilizarlo como el identificador más importante. Para colmo, no es habitual ni cómodo manejar varias cuentas de correo (que sería útil para segmentar el daño en caso de compromiso). Es lógico pensar entonces que es esta cuenta la que hay que proteger con toda la intensidad que se merece y desplegando un arsenal de herramientas que, hoy en día, sólo se aplica a la banca online.
¿Por qué no?
Por qué no entonces, proteger el acceso al correo web a través de un teclado virtual para sortear los keyloggers básicos. Por qué no usar sistemas OTP, certificados… Y sobre todo, por qué no eliminar la posibilidad de «recordar tu contraseña» que tantos problemas ha demostrado. ¿Alguien utiliza un banco online que le permita recuperar su contraseña o tarjeta de coordenadas enviándolas automáticamente a un correo o respondiendo a preguntas secretas, sin más comprobaciones? Seguro que existen (y habrá que evitarlos), pero no son mayoría.
Quizás en otros servicios online la recuperación tenga sentido, pero si todos dependen del correo, este no puede basarse en una pregunta o un dato personal para poder tener acceso a él. Echa por tierra todas las medidas de seguridad no solo de ese email, sino de sus servicios asociados. Si no hay más remedio que usarlo, la respuesta a la pregunta secreta debería considerarse como una cadena aleatoria o frase de paso incluso más compleja que la principal. Para recordar ambas contraseñas, se pueden usar gestores gratuitos.
Un usuario debe aprender a gestionar su contraseña de correo de forma responsable y si la pierde, el correo debería perderse con él, o iniciar un trámite mucho más complejo para recuperarla. Los grandes gestores de correo web gratuito como Gmail y Hotmail deberían empezar a cuidar el acceso a su servicio como ya lleva tiempo haciéndolo la banca online. Si nos importa nuestro dinero, también debería importarnos nuestra privacidad. Y es que hoy en día con el auge de las redes sociales (y su uso indiscriminado), el correo asociado a esas cuentas no es solo un correo, es la llave a media vida online.
ssantos@hispasec.com
Twitter: @ssantosv
Más información:
FBI makes arrest after Johansson, Aguilera e-mails hacked
http://edition.cnn.com/2011/10/12/showbiz/hacking-arrest/index.html
«de forma responsable y si la pierde, el correo debería perderse con él»
Hombre es una medida un poco drástica teniendo en cuenta que uno tiene vinculados a su mail boletines, archivos almacenados, etc. El trastorno sería enorme.
Una opción tremendamente eficiente es escoger, como pregunta de seguridad, una al azar (sin importar el grado de dificultad de la misma) y como respuesta algo que no tenga nada que ver
Por ejemplo: ¿lugar de nacimiento?
Respuesta: RFytr%=lM@
O también: Respuesta: mepicalanariz
Con eso, ya estamos incrementando enormemente la protección de nuestro e-mail.
Yo pienso que no es una cuestión de desconocimiento ni de pereza, sino que simplemente la gente «no cae» (realmente no nos paramos a pensar) en que una pregunta de seguridad fácil con una respuesta obvia es tan fácil de contestar por nosotros como por cualquier persona que nos conozca (o que use Google o las redes sociales para informarse de los detalles de nuestra vida)