Se descubre una nueva técnica que permite al atacante aprovechar el Bluetooth de un dispositivo para extraer directamente las contraseñas de la red y manipular el tráfico de un chip Wi-Fi, poniendo a millones de dispositivos electrónicos en riesgo.
Este novedoso ataque funciona contra los llamados «combo chips». Estos chips están especializados en manejar distintos tipos de comunicaciones inalámbricas basadas en ondas de radio, como Bluetood, Wi-fi y LTE.
Los investigadores del Laboratorio de Redes Móviles Seguras de la Universidad Técnica de Darmstadt y la Universidad de Brescia han proporcionado pruebas de las transmisiones inalámbricas entre dispositivos y han afirmado que es un vector de ataque inexplorado.
La coexistencia se refiere a un mecanismo en el que Bluetooth, Wi-Fi y LTE comparten los mismos componentes y recursos -por ejemplo, la antena o el espectro inalámbrico-, lo que hace necesario que estos estándares de comunicación coordinen el acceso al espectro para evitar colisiones cuando operan en la misma frecuencia. Los fabricantes de chips utilizan este principio para permitir que Wi-Fi y Bluetooth funcionen prácticamente al mismo tiempo.
Estos chips inalámbricos son fundamentales para que los dispositivos funcionen correctamente. Las interfaces de coexistencia suponen un gran riesgo como demostró este grupo de investigadores en la conferencia ‘Black Hat’ del año pasado. Estas interfaces suponen un riesgo a la hora de obtener información sobre otros dispositivos en sus redes cercanas.
Esta clase de vulnerabilidad se basa en el hecho de que las transmisiones se producen en el mismo espectro y los chips inalámbricos tienen que arbitrar el acceso al canal rompiendo la separación entre WiFi y Bluetooth para dar lugar a una denegación de servicios en el acceso al espectro, divulgación de información e incluso la escalada lateral de privilegios desde un chip Bluetooth a la ejecución de código en un chip Wi-Fi.
«El chip Wi-Fi encripta el tráfico de red y mantiene las credenciales Wi-Fi actuales, proporcionando así al atacante más información», señalan los investigadores. «Además, un atacante puede ejecutar código en un chip Wi-Fi aunque no esté conectado a una red inalámbrica».
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